domingo, 7 de noviembre de 2010

EL DESAMOR DEL HOMBRE POR LA TIERRA

Por Angélica Martínez (PUJ Bogotá) y Gustavo Perea (PUJ Cali).


La humanidad ha recorrido rápidamente un camino de desarrollo tecnológico, industrial y capitalista, donde la ley universal de la vida animal, que consistía en la competencia y supervivencia del más fuerte, hábil o inteligente se transformo a una ley de supervivencia del que o la que pueda consumir más, aquel ser humano que no pueda estar dentro del sistema consumista muere por la pena de no poder sobrevivir. Lo anterior se puede demostrar como una de las razones del egoísmo, despotismo y ambición de la raza humana por sobrepasar lo que crea, aun más, de competir con lo que no puede crear, lo que lleva como consecuencia el agotamiento paulatino del mundo que destruimos y el desamor e indiferencia de la humanidad por la tierra.

Tal problema genera qué desde la misma construcción de sociedad, se haya dejado de lado la relación hombre-tierra - pensado como la única forma como el hombre puede sostenerse a través del tiempo- y al haber roto esta armoniosa relación ha causado que nuestro planeta este desangrándose a rápida velocidad, con la tala de grandes extensiones de bosques tanto tropicales como húmedos, la desembocadura de los desechos de la industrialización en las océanos, la falta de control en el proceso de siembra y cosecha de algunas plantas para alimento o utensilios para los humanos como (cuadernos, plástico), y las gigantescas emisiones de gases que nos sumen en un mundo pestilente y enfermizo.

Por tal motivo, todos las y los seres humanos somos llamados a contribuir en una práctica unificadadora entre el ser y la tierra, viendo tal acción como una relación necesaria para nuestra subsistencia, la de nuestro entorno y la de todos aquellos seres vivos con los que coexistimos. La espiritualidad, el silencio y los diversos mensajes que da la madre tierra, deben constituirse como señales de crecimiento y concientización de la humanidad por el respeto, el valor o el amor ambiental , tal como hace mas de 200 años nuestros ancestros tenían por ella.

Debe considerarse la opción de adoptar nuevamente el amor por la tierra, pues sólo así nos dolerá y sentiremos verdaderamente todo el daño que le causamos, porque la única forma de cuidar el ambiente es apropiándonos de él, hacerlo parte de nuestro ser y volverlo parte fundamental de acción y continuidad.En efecto, el empoderamiento de las nuevas generaciones deberá girar en torno al desarrollo de alternativas sostenibles, protectoras y consientes del mejoramiento de la calidad de vida, no sólo de la raza humana sino fundamentalmente de la madre tierra.

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